miércoles, 18 de enero de 2012

.

Alexander trabajaba en una tienda de discos, era la segunda que había en el pueblo de Lakeland, Florida. Era un hombre romántico, pero un poco impertinente, y confianzudo a veces. Novias había tenido pocas, y le costaba mucho establecer conversación con alguna chica. Su táctica era siempre observar, analizar y luego atacar; aunque en esta última muchas veces fracasaba. Muchas veces se daba descansos de un mes, para fijarse en otra chica. Poco a poco se iban acabando las chicas posibles, ya que era un pueblo pequeño, y muy pocas chicas de veintidós años. Ahora se había fijado en el prototipo que no iba con él, y por esa razón, mostraba más interés al momento de observarla cada mañana, cuando iba a comprar los CD’s que salían nuevos. Melinda tenía la manía de tocar todos los CD’s, le encantaba esa sensación un poco rugosa que tenían por un lado. También le encantaba tocar las teclas de los pianos de exposición, con su mano deslizándose como si tocara una tela suave. Melinda se había puesto en su camino, y Alexander no dejaría pasar la oportunidad de conquistar a una chica dura, o aparentemente así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario