miércoles, 18 de enero de 2012

rain

La lluvia caía fuertemente en el Septiembre del año que ella había adorado y odiado al mismo tiempo. Los días pasaban y parecía que la tormenta no acabara. Le costaba imaginar que un día había alumbrado el sol, le costaba imaginar una sonrisa en sus labios carnosos sabor a melocotón. Pero lo que más le dolía era que el amor se había esfumado. – John, mi John.- Se repetía Melinda cada vez que miraba su foto, esos besos enloquecidos, miradas que sólo entendían ellos dos se habían quedado en el pasado, en un libro jamás terminado, en una de esas historias que mienten diciendo comieron perdices y murieron felices, pero que en realidad se sabe que terminaron a los pocos años de vivir juntos. Pues algo así se comenzó a meter en la cabeza Melinda. Las lágrimas ya no tenían para ella sentido alguno, las noches ya no eran noches, sino un espacio de tiempo que algunas personas se dedicaban a dormir, mientras otras como ella la distribuía para pensar y amargar así las mejores horas del día. - Los amores vienen y se van Melinda- le repetía siempre su amiga Lauren, pero ella se ahogaba por dentro en sólo pensar en la vida solitaria que le esperaba. Siempre había pensado que las relaciones de amor, de un amor verdadero, cómo el que ella pensaba tener eran para siempre, eran las que soportaban todos los tornados, huracanes y tormentas de arena. Pero parecía que se había equivocado, porque ahora estaba sola en un piso antes compartido, en una cama que tan sólo tenía su olor. Aún tenía algo de él, caricias por todo su cuerpo, besos camuflados en sus labios, y su olor…aunque fuera encerrado en un bote de cristal olvidado en el baño.

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